La virtualidad y las culturas afectivas
Se reúne nuevamente ABBA. Pero el público solamente verá hologramas que los muestran tal como eran entonces (en rigor de verdad, no tal cual: sí jóvenes, pero incorpóreos). En este artículo (les pido que lo lean y ya que están pónganle estrellitas, dale...) hablo un poco del asunto. Por otro lado Phil Collins canta tal como está ahora, y ciertamente sentimos que algo anda mal allí: le falta espectacularidad, por más que le sobre humanidad. Es que -vamos- lo espectacular se ha constituido como algo más relevante que lo humano. No me interesa que me vengan a recordar las limitaciones que implica el estar vivo.
Las impresiones del mundo que nos rodea generan en nosotros cosas: ideas, sensaciones más o menos imprecisas, maneras de comprender, aprehender y sentir el mundo. A esto llamamos "culturas afectivas". Aunque seguramente también podríamos hablar de culturas perceptivas, interpretativas, etcétera. En cualquier caso ahí está el mundo de lo que es, y el mundo de las ideas, las representaciones y las discursividades que nos lo presentan. Las ideas no se tocan, no son lo real, y sin embargo a la larga determinan realidades.
Les recomiendo un libro, que no he conseguido para compartir aquí, pero que puede ser adquirido por un módico precio (240 pe): La vida digital, de Ariel Gurevich. Es un análisis muy comprometido y simple de leer en relación a qué hacen las redes sociales con nuestras representaciones imaginarias. Sobre todo deténganse en la idea de que las redes sociales pueden ser definidas no como medios de comunicación, sino como "plataformas de construcción y comunicación del yo". También es elocuente que de un tiempo a esta parte se haya comenzado a hablar del consumo problemático de estas nuevas tecnologías. Como si fuese una droga, ni más ni menos.
Si tienen Netflix, les recomiendo el documental El dilema de las redes sociales. Y si no tienen, por supuesto siempre hay otros recursos como Cuevana, para suplir. Pero no digan que les dije.
Finalmente, dentro de este mar de recomendaciones, les dejo también un video con una interesante charla entre Yuval Harari, una de las mentes más interesantes de la nueva generación de pensadores sociales, y Mark Zuckerberg (si no lo conocen pueden buscarlo en Facebook).
Creo que el artículo presenta un debate muy interesante. Teniendo en cuenta el comentario post scriptum, concuerdo en que debemos preguntarnos si efectivamente hay deshumanización con el incremento de la tecnificación en la música y dónde estaría ese límite entre lo humano y lo artificial.
ResponderEliminarPienso en el uso que muchos artistas le han dado al autotune. Figuras del trap, por ejemplo, que ya no buscan el “Te quiero hacer creer que canto bien”, sino ahogarse descaradamente en la afinación digital para hacer de ello una declaración intencional y demostrar que no interesaría tanto el nulo talento vocal que puedan tener como la imagen disruptiva que el género quiere demostrar. También pienso en esta banda neoyorquina de rock experimental ( https://youtu.be/PxelnqgzLPs ) que a través de varios arreglos digitales, sonidos aleatorios y un autotune a full cantan: “Ahora construimos estatuas de robots, la humanidad ya es un recuerdo…”, haciendo un uso irónico de esa computarización para dar un mensaje.
Daft Punk, dos músicos que directamente simulaban ser máquinas no solo en un aspecto físico, sino a la hora de componer e interpretar sus temas, me llegaron a sensibilizar y emocionar de forma más profunda que muchos artistas “orgánicos” que capaz tengo en lugares más altos de mi biblioteca, y no niego que pueda sucederme lo mismo con los muñequitos de Gorillaz o incluso un holograma pre grabado.
¿En qué momento las herramientas tecnológicas dejarían de ser un recurso de lo humano y pasarían a reemplazarlo directamente? ¿No tendría que ver más con lo que se busca producir como artista en cada caso concreto y en las fibras que se puedan movilizar aún con esa intensa tecnificación?
Había escrito un montón y cuando publique, me loguee y se borro todo. En fin, espero que me salgan las palabras mas o menos parecidas.
ResponderEliminarMe quedo resonando la pregunta del articulo "se trata solamente de una ficción distópica. ¿O podría no serlo? " Enseguida pensé en una serie que les recomiendo, que se llama Years and Years. Trata, entre otras cosas, del ascenso de una figura política bastante polémica por el discurso fascista y las faltas de respeto que emite a su público, es una Milei cualquiera. En un contexto de elecciones, su adversario político aparece en una entrevista con un discurso polémico que no resuena con el partido al que representa, lo que genera un descontento importante en sus seguidores y posibles votantes. Este adversario dice que no fue el quién presencio la entrevista, asegurando que fue una jugada política ¿Acaso fue un holograma en su representación que respondió esa entrevista emitiendo discursos que no resonaban con sus ideas? No los quiero spoilear, pero me parece interesante pensar en esta posibilidad tecnológica del holograma como posibilidad de duda de la presencia real del otro tras la pantalla ¿Es realmente el otro en su "esencia" quién se dirige a nosotrxs? ¿Cómo nos afecta la posibilidad de estar votando o no votando por ejemplo a un holograma? Sin siquiera saberlo.
Otra cosa interesante que pasa en la serie es que las personas pueden ser transhumanos, lo que significa que pasarían a ser datos (se conviertes en ceros y unos), lo cuál les permite vivir eternamente. Recorde esta trama de la seri en relación al espectáculo de Celine Dion con Elvis. Una persona que no esta fisicamente puede dar un recital siendo ceros y unos. Piel de gallina.
Un ejemplo real es que existen instagramers con muchos seguidores, que se involucran en activismo, fotos con famosos, participación en videoclips, etc que son robots. Igual se sabe que hay una empresa detrás manejando esa red social y lucrando con la imagen del robot. Pero en un perfil particular, la instagramer muestra fotos de su infancia, sus amigxs, etc ¿Quién dice que estamos lejos de la película Her? Les dejo un par de links por si quieren chusmear:
Info de la serie: https://www.antena3.com/objetivotv/actualidad/internacional/years-and-years-una-pesadilla-distopica-demasiado-real_201906175d07718f0cf2165aa8891294.html
Instagramer robot: https://www.instagram.com/lilmiquela/?hl=es
¡Buenas! ¿Cómo están?
ResponderEliminarAnte todo, pienso que la deshumanización de la música es algo perturbador. Me pregunto ¿Qué sentido tiene para los cantantes no presentarse en vivo o para los espectadores ver algo inexistente? Considero que le quita lo bonito de los espectáculos. Me pregunto, ¿la tecnología logrará reemplazar completamente al ser humano? ¿Cuál será el límite?
Con respecto a ABBA, concuerdo con lo que mencionas en el artículo: “Se niegan las imperfecciones, se niega el paso de los años, se niega la muerte.” En base a esto, me gustaría destacar que sucede en toda la industria del espectáculo. Por ejemplo, la actriz Cameron Díaz se retiró de la actuación ya que Hollywood le pedía una “juventud eterna”, es decir, operaciones para esconder sus arrugas e imperfecciones. Se niega la vida misma, al igual que a los cantantes de ABBA, como si fuera bochornoso envejecer. Honestamente, es algo que me inquieta.
Cambiando de tema, quiero mencionar una frase del documental “El dilema de las redes” que no tendrá mucho que ver pero es algo que me quedó resonando en la cabeza: “Si no sos el producto, entonces vos sos el producto”, y algo que mencionan los expertos allí, el producto es cambiarnos a nosotros, a nuestros gustos y actitudes. Esta claro, la tecnología nos manipula a diestra y siniestra, desde nuestros deseos hasta en el mismísimo ciclo de la vida.
¡Saludos!
Irina Nazaryk.
Hola!
ResponderEliminarCreo que esto de la deshumanización de la música me produce varias cosas. Al principio, el crecimiento del uso de Autotune me provocaba cierta indignación, del estilo “así canta cualquiera”. Después lo comencé a entender como un arreglo de sonido más, como tantos otros de la música. Y en el caso particular de estos ejemplos dados, considero pertinente dividirlos en dos. Por un lado, están los casos donde el público fue engañado, como cuando se descubrió que las voces del dúo de Milli Vanilli no eran las de los cantantes. Ahí podemos ver como la posibilidad de usar tecnología permitió generar un engaño para el publico y conseguir dinero a partir de eso. En ese caso la deshumanización de la música a partir de los avances tecnológicos da cierto pudor. Pero en el caso de Gorillaz y Hatsune Miku o incluso ABBA ¿Por qué nos estremece tanto? Entiendo que es distópico, que son arreglos que no dan lugar a las imperfecciones, que incluso las semejanzas de los hologramas y el uso de las voces nos resulte increíble, que no muestran el paso de los años ni el posible deterioro de los cantantes. Pero no sé si usaría la palabra “engaño”.
En mi caso particular no es música que me guste o por la cual pagaría una entrada para ir a ver, pero sin embargo el público al que efectivamente le gusta, no está siendo engañado, está pagando una entrada o escuchando un tema sabiendo que lo que está escuchando corresponde a animaciones perfeccionadas tecnológicamente. Creo que nos puede gustar o no, podemos elegir escucharlo o no, comentarlo, pero hay algo de eso que atrapa y mueve gente y esa gente está allí sabiendo que va a consumir. Después esta quienes nos quedaremos con una voz sin tanto retoque tecnológico y en vivo porque nos guste más, pero volviendo, sigue siendo una cuestión de gustos.
Retomando, cuando comenzó a usarse sin asco el Autotone en el trap que escuchamos ahora, me indignaba. Incluso no podía escuchar las canciones porque consideraban que así cantaba cualquiera, que si arreglaban la voz eso música no era. Por algún motivo después, al correr la lógica del engaño del centro, dado que se sabía que la mayoría lo usaba, comencé a permitirme disfrutar esa música de otra manera, pensando que a esos artistas los componía otra cosa más allá de su voz, que siempre solió ser el instrumento principal.
La pregunta que se me dispara es ¿Qué es de toda esa espectacularizacion tecnológica lo que nos atrapa?
Sofia Francos
Buenas,
ResponderEliminarHace un tiempo mi papá me contó una teoría que tenía: si te quedas callado y escuchas cuando otra persona habla sobre un tema, la mayoría del tiempo, a esa persona le vas a caer bien, porque al no saber tu opinión automáticamente va a suponer que estás pensando como el/ella.
Recordé esta teoría al leer un párrafo del texto del libro de la cátedra que dice: "no está mal que prima facie consideremos que una persona a la cual todavía no conocemos de un modo eficiente pueda llegar a actuar del mismo modo en que lo haríamos nosotros en una situación similar. Lo malo es que no podamos concebir que también pueda actuar de maneras completamente distintas de lo que nosotros consideremos adecuado desde nuestro sentido común (...)"
Y por eso mismo capaz nos cuesta a veces ver el auto-tune o Miku Hatsune como nuevas formas de escuchar música, porque es algo distinto e "inhumano" a nuestro sentido común. Pero si fueron inventos hechos por humanos y nosotres tomamos contacto con el mundo a través de las percepciones que experimentamos y estos inventos nos generan nuevas y bellas sensaciones no veo esto como algo negativo.
Ahora bien, cuando un artista como la "inventada" Ashley O es explotada hasta después de su muerte cerebral o, sin que nosotros sepamos, secuestraron a ABBA y los amenazan para que sigan cantando. O como menciono la compañera en un comentario: "Si no sos el producto, entonces vos sos el producto" De esa manera ¿nosotros seguimos siendo humanos? ~ Mariana Bermejo
Buenas!
ResponderEliminarComo comento una compañera más arriba, cuando "estallo" el uso de autotune hubo un rechazo instintivo de mi parte, pero venia más del lado de incomodidad que me provocaba saber que lo que escuchaba no era la voz real, tenía una sensación de perdida, me preguntaba: ¿Cómo van a hacer en un recital? Sin embargo, después me fui acostumbrando y hasta encontrándole el gustito a ciertxs cantantes. Considero que el crecimiento del uso de esa herramienta, sin tener intensión de esconderlo, fue algo disruptivo y más teniendo en cuenta que gran parte de quienes lo criticaban lo hacían desde una postura de "solo quien sabe cantar o tocar un instrumento hace música y es artista", hubo un cambio de paradigma.
Creo que la deshumanización de la música va más allá del uso de hologramas y sintetizadores. Cuando lx artista es vistx simple y llanamente como un producto, sin defectos, sin enfermedades, sin tiempo ni errores, es ahí cuando sucede la deshumanización, cuando se le quita cualquier característica humana (y acá volveríamos a preguntarnos ¿Qué es ser humanx? ¿no?). Hasta en un show de Hatsune Miku, considero que hay algo humano, hay personas detrás de esos hologramas que permiten que se haga el recital, y la reacción que hay del público es real, ¿Cómo decir que hay deshumanización cuando el resultado es trabajo humano, cuando la respuesta del público es real y genuina?
Del texto de la catedra me quedo con una de las preguntas que se plantean: ¿En qué punto trazaremos la frontera que distinga la realidad de lo que somos de su representación? Me estuvo dando vueltas en la cabeza, un poco despierta la curiosidad de cómo es esa representación de nosotrxs, que tanto se asemeja a mi real yo y en qué se diferencia. No sé si somos capaces de trazar esa línea entre el yo y la representación que tiene el resto de nosotrxs, es decir, si nuestra identidad, lo que somos y lo que nos gusta, está siempre relacionada con un otrx y la representación que tenga esa persona de nosotrxs, ¿Cómo escapar de esa relación y diferenciar la representación del real yo? ¿Qué es ese "real yo", dónde empieza y dónde termina?