4. La mirada fenomenológica

Una aclaración necesaria: de una manera u otra, SIEMPRE estamos disfrazados. Excepto cuando dormimos (y soñamos), lo que le mostramos a los demás de nosotros mismos siempre está atravesado por un diseño, por una intención, por una impostura más o menos consciente.
- No te hagas... -me dicen. (?)
- No puedo dejar de hacerme; es inevitable.
Curiosamente, la máscara y el disfraz también se relacionan con la desnudez. Más de una vez les habrá pasado: soñar que andan desnudos por ahí, y tal vez haber sentido vergüenza por eso. (N.R.: En realidad no estoy desnudo, pues se trata sólo de un sueño; pero la vergüenza que eventualmente siento, eso sí es real, es legítima, e incluso me demuestra que existo.) En el análisis psicoanalítico, soñar que se está desnudo suele ser interpretado como la manifestación de un sentimiento de indefensión, de saberse expuesto y desarmado. Porque la desnudez es eso: estar desarmado ante la mirada del otro. Aunque no en todos los casos funciona así, porque para algunas personas animarse a estar desnudo, mostrándose, puede funcionar también como una reafirmación. Algo así como decir: "Yo me animo a algo a lo cual vos no te animás; allí donde vos te sentís indefenso o cohibido, yo hago de la desnudez una fortaleza".
Esto fue sobradamente demostrado por Spencer Tunick, un fotógrafo que para muchísimas personas ha sido también una excusa. Tunick fotografía personas desnudas. Por lo general, multitudes desnudas, en contextos urbanos en los cuales un desnudo es algo que escapa de lo normal. Si buscan el nombre de este fotógrafo en Internet, en la opción de buscar imágenes de Google, podrán ver algunos de sus trabajos. También pueden visitar su página web y mirar sus fotos. O vean en YouTube algunos de los videos que comentan la experiencia de haber participado en alguna de sus sesiones. Presten atención, sobre todo, a las declaraciones de los participantes. Video 1 - Video 2 - Video 3. Alguna vez Tunick también estuvo en Buenos Aires.
La desnudez claramente guarda una íntima relación con el tema de la mirada de los demás. En un mundo donde todos fuésemos ciegos, la desnudez tendría un significado diferente. Podríamos pensarlo también en función de la cosmogonía cristiana: el pecado original supone una relación directa con la desobediencia, atada a su vez al conocimiento (el pecado fue comer el fruto del árbol prohibido, el de la sabiduría, a partir de lo cual el hombre supo que estaba desnudo; pérdida de la inocencia por partida doble: por la desobediencia en sí misma y porque a partir de ella conoció lo que antes inocentemente desconocía). La primera evidencia fue el saberse desnudos ante la mirada del Gran Otro, y sentir vergüenza por ello. Curiosamente, perdida la inocencia, la rebelión pasará a estar representada, en la misma cultura, ya no por cubrirse, sino por poder exhibirse sin pudor. Tal vez, porque del mismo modo que en su momento el conocimiento fue poder (conozco que estoy desnudo), también la superación del pudor es una demostración de fuerza.
Todo lo anterior es para decirles que, como nos sabemos mirados por el otro, le prestamos especial atención a la manera en que nos mostramos ante los demás. Ahora bien, cómo señala Milan Kundera en su novela La inmortalidad (si no la han leído, les puedo recomendar unos fragmentos seleccionados, especialmente el titulado La suma y la resta), hay distintas maneras de conformar la identidad, por ejemplo por la suma de elementos con los que nos identifiquemos, o por el contrario intentando eliminar todo elemento accesorio a nuestra esencia.
Pero uno de los modos más efectivos de convertirnos en quienes somos es a través de la identificación con otros, incluyéndonos de este modo en diversos círculos de pertenencia, de la más variada naturaleza: clases sociales, partidos políticos, religiones, equipos deportivos, banderías de cualquier clase. A través de estos juegos de identificación, la primera persona del singular (Yo) entra en un juego de relación dinámico y constante con la primera persona del plural (Nosotros). Y en este punto es donde aquello que usualmente consideramos propio, como nuestras opiniones, nuestras creencias o nuestros gustos, en realidad son apenas formas de identificarnos con otros que opinan o creen lo mismo que nosotros, o bien gustan de las mismas cosas que a nosotros nos agradan. Muchas veces, acaso nos agraden las cosas que nos gustan sencillamente porque nos hacen sentir que nos parecemos a esas personas con las cuales nos gusta identificarnos. Gente como uno, literalmente. De esto nos habla el texto de Pierre Bourdieu, La metamorfosis de los gustos, que vamos a trabajar próximamente.
Pero como les adelanté, lo que seguirá será el análisis de un texto de Michel Henry, con una mirada diferente respecto del marxismo clásico. Que en el libro de cátedra es trabajado en el capítulo de la página 35 que firma Abel Vera Hidalgo.
Todo lo anterior es para decirles que, como nos sabemos mirados por el otro, le prestamos especial atención a la manera en que nos mostramos ante los demás. Ahora bien, cómo señala Milan Kundera en su novela La inmortalidad (si no la han leído, les puedo recomendar unos fragmentos seleccionados, especialmente el titulado La suma y la resta), hay distintas maneras de conformar la identidad, por ejemplo por la suma de elementos con los que nos identifiquemos, o por el contrario intentando eliminar todo elemento accesorio a nuestra esencia.
Pero uno de los modos más efectivos de convertirnos en quienes somos es a través de la identificación con otros, incluyéndonos de este modo en diversos círculos de pertenencia, de la más variada naturaleza: clases sociales, partidos políticos, religiones, equipos deportivos, banderías de cualquier clase. A través de estos juegos de identificación, la primera persona del singular (Yo) entra en un juego de relación dinámico y constante con la primera persona del plural (Nosotros). Y en este punto es donde aquello que usualmente consideramos propio, como nuestras opiniones, nuestras creencias o nuestros gustos, en realidad son apenas formas de identificarnos con otros que opinan o creen lo mismo que nosotros, o bien gustan de las mismas cosas que a nosotros nos agradan. Muchas veces, acaso nos agraden las cosas que nos gustan sencillamente porque nos hacen sentir que nos parecemos a esas personas con las cuales nos gusta identificarnos. Gente como uno, literalmente. De esto nos habla el texto de Pierre Bourdieu, La metamorfosis de los gustos, que vamos a trabajar próximamente.
Pero como les adelanté, lo que seguirá será el análisis de un texto de Michel Henry, con una mirada diferente respecto del marxismo clásico. Que en el libro de cátedra es trabajado en el capítulo de la página 35 que firma Abel Vera Hidalgo.
Buenas,
ResponderEliminarMe gustó bastante la idea de Henry de poner en valor el lugar de la emoción y el cuerpo y el poder de sentirse uno mismo. El ejemplo del cuerpo desnudo me pareció una buena elección para esto, fue lo primero que pensé mientras iba leyendo.
Pero lo que más disfruté fueron las últimas ideas plasmadas en este capítulo del libro de la cátedra que expresan que el ser es algo cambiante. Y cito: "Estemos donde estemos somos una totalidad integrada por múltiples aspectos. Si negamos alguno de ellos, en el afán de construir una personalidad aceptable solo lograremos que ese aspecto se exprese de modo disfuncional."
Últimamente estuve pensando mucho en la idea de "adultecer" y como una parte de eso es amoldarse constantemente a muchas situaciones (trabajo, facultad, familia, amigos, parejas, etc) y que varias veces me encuentro disconforme con la representación de mi ser en estas. Por ej mostrarme muy "sensible" en el trabajo. Y creo que es porque estoy mostrando mi esta "suma de elementos" Estoy mostrando una "desnudez" que la sociedad desalienta. Pero, como decía la cita, si lo niego se expresaría de modo disfuncional. Por ej. cuando dejo de lado mi parte sensible en mi trabajo también estoy dejando de lado la parte empática con mis compañeros.
Capaz pensaran que esta forma de pensar es medio "cursi" pero yo creo que ayuda a quererse a uno mismo tal como es, no?
- Bermejo, Mariana
Hola!
ResponderEliminarEn cuanto al texto de la catedra, me gustaría retomar el concepto de Henry de afectividad, este ser afectado por algo que proviene de nosotrxs mismxs y que es eso mismo lo constituyente de nuestro yo, más constituyente aun que la sensibilidad, que seria el sentir en general algo, más allá de donde provenga.
Por otra parte, me llamo la atención la frase del post “siempre estamos disfrazados. Excepto cuando dormimos (y soñamos)”. Me pregunto si incluso estando solxs, despiertxs, de alguna manera seguimos disfrazadxs y nuestro “verdadero” yo, más allá de que es el ámbito donde juega el inconsciente, se encuentra solo en nuestros sueños. ¿Hasta qué punto entonces los diferentes disfraces no van construyendo un personaje que ni estando en soledad desaparece?
Sofia Francos
Buenas noches! Espero que estén bien.
ResponderEliminarMe pareció muy interesante que Henry le diera lugar al concepto de afectividad y sensibilidad no solo como la base donde se construye el conocimiento sino para reconocer que también somos eso que sentimos y aquello que nos afecta. La lectura de estos textos fue bastante oportuna en mi caso ya que vi plasmadas allí ciertas ideas que estuvieron resonando en mi cabeza esta última semana. Una de ellas fue la sensación de que no puedo apartar mi atención ni un segundo de las cosas que tengo que hacer hasta terminarlas y que es recién ahí cuando puedo ponerme a hacer otra cosa "que me guste". Es un poco lo que plantea Vera Hidalgo en el capítulo del libro con el ejemplo del trabajo, no? Como si recién después de terminar con las obligaciones uno realmente empezara a vivir, a liberar el "verdadero yo" y a llevar a cabo las actividades que realmente representan a nuestro ser.
A medida que iba leyendo los textos fui entendiendo que uno no puede elegir cuando construirse ni definir cuando es sujeto y cuando no, sino que nos llevamos a nosotros mismos a todos lados y somos eso todo el tiempo, con las cosas que nos gusta hacer y también con las que no, pero sí tenemos la posibilidad de diseñar y modificar nuestro ser desde el hacer como bien plantea Henry.
Algo de esto último también retoma Vera Hidalgo en una frase que me parece que sintetiza perfecto la idea. Cito: "Nuestras acciones no solo revelan como somos, sino que también nos permiten transformarnos". Me gustó mucho la frase porque me permitió reflexionar acerca de lo importante que es poder tomar conciencia y permitirse entender que nos pasa, que sentimos y por qué sentimos lo que sentimos para luego poder llevar a cabo una acción que nos permita cambiar nuestra situación.
Saludos!
Rocío Lazarte
Buenas!
ResponderEliminarCreo que la idea de Henry de auto-afección, del vinculo o conexión entre cuerpo-ser me quedo mas clara con esta cita "sujeto y mundo emergen conjuntamente, porque el mundo es el punto de apoyo de mi cuerpo y mi cuerpo es movimiento hacia el mundo." (p.43) Pienso entonces, que según Henry no hay distancia alguna entre lo que conozco, lo que pienso, mi subjetividad, y lo que vivo, la experiencia misma, lo conocido, ambos resultado de la praxis concreta de cada sujeto. Considera a la vida como una afección, se encarna en el sujeto que la vive y la habita. Por lo que a entrada al conocimiento seria a partir de lo que siento (emoción), experimento (cuerpo) y la afectividad, cuando el sentimiento proviene de adentro nuestro. Y de esta manera, el sujeto aprende a coexistir con la diversidad, porque el otro no termina siendo tan diferente a mi, ambos nos une la identificación en materia de salud, economía y eso ordena la sociedad. Nuestra subjetividad, por mas esfuerzos modernos que insisten en que sea individual, se construye a partir de mi identificación con el otro. En cuanto al post, con la clase anterior y la lectura también, me surgió la misma duda que la compañera: si tenemos tan internalizado el acting de manera que el telón no baja ni cuando estamos solos. Entiendo que para Henry, es parte de las cosas que sacrifico, de las cosas internas del orden viviente que mato para poder constituirme como sujeto, y en ese sentido lo vinculo con Freud, porque matarlas suena a que desaparecen, y mas bien son reprimidas, salen a la luz de otra manera. Y lo mismo creo con la idea de disfraz, es un atuendo o una mascara que nunca nos queda a medida, es decir no nos encubre perfectamente, o nos queda grande, o tiene descocido un botón.
Buenas tardes!
ResponderEliminarEs muy interesante lo que propone Spencer Tunik, y como la mirada del otro en sus obras, me parece a mí, se reduce a una completa igualdad. Entre los que participan no se juzgan, sino que simplemente estás obras demuestran que todos somos iguales.
Considero que la desnudez, es unos de los momentos en los que el ser humano está más expuesto y vulnerable. Pero lo que hace este fotógrafo es quitar toda sensación de vulnerabilidad e inundar a las personas que participan con el sentimiento de libertad y poder.
Pensar que siempre estamos disfrazados me inquieta bastante. ¿Hasta con las personas que más nos conocen estamos disfrazados? ¿También estamos disfrazado ante nosotros mismos? ¿Llegamos a conocer en algún momento que hay debajo de nuestro disfraz?
Atte. Irina Nazaryk
Hola a todxs!
ResponderEliminarMe quedo mucho resonando la cuestión del estar siempre disfrazados ante un otrx. El otro día hablaba con mi mamá, que debido a que trabajo home office, ella me escucha hablar con clientes y usuarios permanentemente, y justo hace unos días me hacía un chiste como diciéndome que cuando atiendo me convierto en otra persona, otra voz, otras palabras, otros tonos, otra cordialidad y que se separa mucho de lo que soy, que vivo diciendo malas palabras, guarangadas, o hablando fuerte y cero cordial. Y creo que tiene que ver un poco con lo que se plantea, que uno para estar y relacionarse con un otrx, uno se enmascara/disfraza de cosas y se atribuye cuestiones que quizás no le son inherentes pero que para esa convivencia y comunicación, lo hace, sin darse cuenta y los internaliza, los hace propios. Y eso se traslada a todos los otros ámbitos de la vida, uno no es igual con sus amigos, que con su familia, o que con amigos del laburo, o compañeros de gimnasio, por poner ejemplos.
Y ese enmascaramiento, se termina haciendo algo propio de uno y uno a veces, no se da cuenta, que se termina comprando cierta ropa, o escuchando cierta música o hablando de cierta manera porque el grupo al que uno pertenece se comporta de esa manera y uno se identifica y cuesta mucho mirarse desde afuera y darse cuenta. Por eso es cierto que la subjetividad siempre se construye en una identificación y aceptación del otrx, constantemente.
También, según lo que mencionabas que solo cuando dormimos, dejamos de estar disfrazados, es loco pensar que muchas veces nos da vergüenza contar nuestros sueños, porque siempre hay algo que pasa ahí que esta fuera de la norma, de lo que "está bien", los sueños no tienen reglas ni leyes, y ahí nuestro Yo puede ser libre completamente, sin que nadie le emita un juicio sobre ello.
PD: Henry (y quizás no tenga nada que ver con el planteo) me remite también, como vegetariana, que piensa en relación a un otrx todo el tiempo, a seres sintientes a los que les infligimos mucho dolor y sufrimiento (solamente, para comerlos y satisfacer nuestras papilas gustativas o porque es "cultural" y entonces está bien) creo como Henry, que somos aún barbaros y que nos encontramos en un estado de barbarie. El poder sigue estando en el sometimiento y la dominación a un otrx, sea del tipo que sea. El olvido de la vida, de los cuerpos, de las afectividades.
Antonella Gaito
Buenas!
ResponderEliminarEn primer lugar, no conocía a Spencer Tunick y me parecieron muy interesantes sus obras. Escuchando los testimonios de participantes, surge, junto al sentimiento de libertad, el de "gran hermandad", y esto me lleva a pensar en lo último que se habla en esta entrada del blog, acerca de convertirnos en quienes somos a través de la identificación con otros. Es en la identificación con los otros, con ese Nosotros, que quienes participan logran sentirse cómodos y libres en la situación. O por lo menos así habrá sido para una gran mayoría, aceptando que hay quienes viven su desnudez sin tapujos.
En cuanto a Henry, me parece por demás interesante el concepto de auto-afección, esta idea de la vida como una dimensión de inmanencia extrema, "la vida habla de sí misma sin ninguna distancia respecto del viviente". La afectividad-conocimiento que plantea Henry es tan diferente a la lógica objetiva, racional, del conocer por fuera de toda corporalidad y emoción.
El planteo del deber hacer y como uno cumple con esos deberes como si todo ello quedara por fuera de lo que uno es, como si no se viera afectada nuestra afectividad y corporalidad. El cansancio se vuelve consecuencia de cumplir con las tareas sin considerar el hecho mismo del hacer, sin tener en cuenta la modificación de mi ser que eso implica.
Saludos!
Malena Rodriguez Segal.